Jean Paul Sartre mantiene un “diario de guerra”, que parte del inicio de la movilización en septiembre de 1939 y se termina verosímilmente al comienzo de su cautiverio en el campo de prisioneros de Baccarat, en julio de 1940. Este diario es el testimonio de una crisis y una conversión radicales. Sartre toma distancia frente a su identidad construida; reflexiona sobre su éthos, interroga, analiza, descifra e intenta recrear el sentido y el valor de su estar-en-el-mundo (habría comenzado a conocer la obra de Heidegger a partir de 1937; publicará evidentemente Los caminos de la libertad, 1945-49; el Ser y la nada, 1943; La Nausea, 1938, El Muro, 1939, esta última tomando en consideración la Guerra Civil española, entre otras obras inmediatas). Tiene 34 años y la experiencia de la movilización la asimila a la “muerte”, a una “anihilización” y “deshumanización”, noción que habrá de conservar incluso en su condena a la colonización de Argelia por Francia. Vida que pierde su sentido y queda suspendida en el absurdo, la muerte, abandonada, en donde habrá de sobrevivir a un mundo desaparecido. La vida del pasado ha muerto porque ya no tiene continuidad, futuro; negación de todas sus posibilidades. Por ello, el mundo de la guerra es el mundo sin libertad. Es la vida construida por el sujeto la que se ve interrumpida por el accidente imponderable, además de que será --se verá--, imposible de recuperar, tal como ocurre en el exilio, el cual es producto de otro tipo de “guerra”.  En esta ponencia se busca destacar estos elementos de la crisis ética radical que el joven Sartre habrá de experimentar, misma que habrá de fundamentar su sentido sobre la libertad y el compromiso. Como metodología de la misma se puede señalar el análisis textual, comparativo, entre el texto testimonial, la obra literaria y filosófica.

Palabras clave: ética, compromiso, libertad, guerra, espera, sentido, deshumanización