En años recientes, los cuidados han adquirido la visibilidad y centralidad que la naturalización de su provisión por las mujeres dentro de los hogares le había negado, pese a ser fundamentales para la reproducción humana y social. Su ascenso en el debate y agenda pública, impulsada por movimientos feministas, deviene de la “crisis de los cuidados”.  Ésta alude a la puesta en evidencia y agudización de las dificultades de amplios sectores de la población para cuidarse, cuidar o ser cuidados, a raíz de una desestabilización del modelo tradicional de reparto de las responsabilidades y una reestructuración del conjunto del sistema socioeconómico, sin alterar la división sexual del trabajo en los hogares ni la segmentación de género en el mercado laboral (Ezquerra, 2011).

En América Latina se evidencia en sus tres dimensiones: transformaciones socio-demográficas, particularmente, el envejecimiento de la población; socio-laborales, destacando la creciente incorporación de las mujeres en el mercado laboral que vuelve insostenible el modelo de “hombre-proveedor” y “mujer-cuidadora” y, 3) político-económicas en contextos donde los esfuerzos por crear sistemas de Estado de bienestar constituyen proyectos inacabados, que no han permitido superar el modelo “familista” de provisión de cuidados.

El caso mexicano corresponde a ese modelo, donde la participación del Estado y el mercado es marginal frente a las familias y, dentro de ellas, las mujeres asumen desproporcionadamente las labores de cuidado: aportan 2.7 veces más valor económico por  esas actividades que los hombres (INEGI, 2020). Este trabajo, sustentado en una investigación documental desarrollada en tres fases, planeación, desarrollo y reporte de resultados, tiene por objetivo analizar la estrategia de institucionalización de políticas de cuidado, particularmente, aquella que debiera conducir la creación del Sistema Nacional de Cuidados, en el contexto latinoamericano y desde un enfoque de derechos.

Palabras clave: Cuidados, políticas públicas, brechas de género