Los procesos abióticos son, quizá, el factor más ignorado dentro del estudio de los ecosistemas ya que, usualmente, se dedican menores esfuerzos a su observación y preservación en comparación con componentes bióticos. Sin embargo, dado que depende del equilibrio para el buen funcionamiento de los ecosistemas, es necesario preservar la geodiversidad. En el desierto Chihuahuense existen componentes geológicos, geomorfológicos, estructurales y minerales particulares, que definen la zona; entre los que destacan la reserva natural médanos de Samalayuca, que es considerada patrimonio cultural de la región junto con las pátinas del desierto, que albergan vestigios de antiguas civilizaciones en forma de petrograbados. También existen estructuras minerales que, por sus características, han sido objeto de interés mercantil y valoradas como ornato; estas estructuras son conocidas como rosas del desierto. Aunque, son conocidas dentro de la comunidad, no han sido caracterizadas adecuadamente, por lo que se desconoce su composición química, edad, mineralogía, delimitación y relaciones con el entorno. Las rosas del desierto pertenecen a la gama de rocas evaporíticas, formadas a partir de la precipitación de sulfatos en zonas de bajas precipitación y alta evaporación. Para su formación, las rosas del desierto requieren de factores específicos geoambientales. De ahí la necesidad de obtener su caracterización y así determinar la importancia de estas especies dentro de sus ecosistemas, con el fin de ayudar a implementar prácticas y políticas sostenibles respecto a su explotación/conservación, encaminadas a contrarrestar su degradación.