Última modificación: 2022-09-28
Resumen
Se presenta un modelo un análisis retórico del discurso político que produce y consume la sociedad mexicana, construido a partir de las tres formas clásicas de la argumentación: ethos, logos y pathos. Resultados parciales de un estudio de caso que se lleva a cabo en San Luis Potosí indican que el discurso político que genera y practica la sociedad mexicana puede ser considerado propio de una retórica autoritaria, en los términos propuestos por Ramírez Vidal (2013), es decir, un discurso político que garantiza el valor de la autoridad o de la emoción antes que el de la razón. En ello vemos perfilada una serie de elementos propios del discurso político populista, cada vez más normalizado en las democracias occidentales del capitalismo decadente: lenguaje coloquial, exageración, insinuación, omisión y optimismo exagerado, mismos que constituyen un anclaje poco deseable de las prácticas políticas de la sociedad.
Se discute la preeminencia de las teorías postestructuralistas para el entendimiento de lo público y su lenguaje, procurando un análisis que no significa ilustrar solamente tomas de posición de actores o colectividades, que no depende de la ilustración inductiva de casos y citas, que no cae en la circularidad entre discurso y constructo mental ni en otras generalizaciones, sino que se fundamenta en las muy probadas técnicas y teorías retóricas de la argumentación. La argumentación es, desde la retórica antigua, el lugar de las pruebas con que se demuestran las afirmaciones de todo discurso; formadas por razonamientos o comparaciones, es decir mediante deducciones o inducciones, las pruebas constituyen la argumentatio: el lugar de la defensa y sustento de las afirmaciones que la causa defiende. El análisis parte de tres tipos de argumentos: lógicos, que tienen su base en la razón y cuyo instrumento principal es el silogismo; éticos, que fundan su verdad en la “autoridad moral” de quien los enuncia; patéticos, que dependen de la eficaz estimulación emocional del auditorio, generalmente mediante emociones tan básicas como el miedo o el deseo.