Se presentan ponencias de estudiantes de tiempo completo de la Maestría en Investigación Educativa Aplicada, en las que se aborda el análisis de sus experiencias como integrantes de un Programa inscrito en el Sistema Nacional de Posgrado; los trabajos se realizaron a través del uso de la perspectiva autoetnográfica y reflejan las experiencias, los sentimientos, y las reflexiones. En los resultados se aprecian algunas de las realidades que se construyen en el acceso, la permanencia y el aprendizaje de jóvenes que ingresan y permanecen en un posgrado mexicano, ubicado en una de las zonas geográficas del mundo, con una gran complejidad social, cultural y educativa, como lo es Ciudad Juárez. Se espera que los artículos colaboren con el conocimiento relativo a la dinámica de la educación superior, y en específico a la de los posgrados en investigación educativa, desde una perspectiva crítica y con base en las voces de estudiantes protagonistas.

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El presente es un escrito con características autoetnográficas que analiza las distintas vivencias y conclusiones de un estudiante desde el egreso de la Licenciatura en Educación en junio del 2019 y su posterior ingreso a la Maestría en Investigación Educativa Aplicada de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez en agosto del 2021, en el mismo se enfatizan los sentimientos experimentados por el paso dentro de las aulas de educación formal privada, empresa maquiladora y educación formal pública, así como los procesos de admisión al sistema de plazas del estado y el ingreso al posgrado en una época donde la denominada normalidad se vio afectada por una epidemia y posterior cuarentena global a raíz de Covid-19, lo que alteró no solo procesos, fechas y formas de ingreso y estudio, sino también la forma en la que se vive, trabaja y enseña. El propósito del presente trabajo, además de distinguir el recorrido previo al ingreso a la maestría consiste en resaltar las conclusiones obtenidas de la trayectoria académica, los resultados muestran aportaciones a la formación en los posgrados de calidad, lo que puede ser un apoyo para quienes están por iniciar un ejercicio similar, además de analizar diversas pinceladas acerca de los procesos de aprendizaje por parte del autor.

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El presente documento registra las alegrías, desalientos y demás emociones vividas por una estudiante de la maestría en Investigación Educativa Aplicada la cual se encuentra inscrita en el Sistema Nacional de Posgrados del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT). Dicho contenido emerge de la autorreflexión, de los aprendizajes y las experiencias obtenidas desde la postulación al posgrado, el ingreso y la permanencia en el mismo; actividades que requieren tiempo, compromiso y dedicación. Sin embargo, las dificultades personales imprevistas como la pérdida de seres queridos, las dificultades económicas y las restricciones sociales por la época pandémica, desembocan en muchas ocasiones, en problemas emocionales que afectan en gran medida o completamente a la persona, de tal manera que se interrumpen drásticamente sus metas académicas. A manera de ejercicio autoetnográfico, se comparten las reflexiones sobre la importancia de mantener los objetivos situados e identificar las áreas de oportunidad y mejora para obtener un buen desempeño académico durante la maestría, a pesar de las dificultades personales presentadas. Los resultados también abordan los elementos institucionales que brindan atención oportuna ya los objetivos estudiantiles, entre los que destacan el apoyo en docentes, directores/as de tesis y/o tutores/as.

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El presente producto corresponde a la condensación de reflexiones, experiencias y vivencias de un maestrante de tiempo completo del programa de Maestría en Investigación Educativa Aplicada en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, adscrito en el Sistema Nacional de Posgrados del Consejo Nacional de Ciencias y Tecnología (CONACyT). Se busca revalorar la importancia de la vivencia, emanada de un ejercicio autoetnográfico, en el cual se plasman los retos y dificultades enfrentados como estudiante de maestría, sin dejar de lado, por supuesto, los aspectos positivos que impactan dentro del ámbito académico, laboral y social como la convivencia diaria y el compañerismo dentro de los procesos de formación para la investigación. En espacios en donde predomina la costumbre de hablar desde la imparcialidad, resulta fundamental recuperar el “yo” tanto en el lenguaje, como en el actuar y en la toma de decisiones. El valor de los procesos no radica únicamente en llegar a la meta: reside, además, en el trayecto y la experiencia emanada de ello. Por ende, se busca aportar en los procesos de reflexión, análisis y mejora continua de los programas de posgrado a partir de la narración en primera persona sobre cómo vive el estudiantado su etapa formativa, extendiéndola no solamente a los aspectos meramente académicos, sino a la experiencia íntegra en la búsqueda por concluir satisfactoriamente los objetivos establecidos y metas trazadas.

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Esta aportación analiza mi experiencia como estudiante juarense de tiempo completo becado por el Conacyt en la Maestría en Investigación Educativa Aplicada, haciendo uso de la narración autoetnográfica. Más allá de urdir una trama de sucesos de mi historia como individuo, reflexionaré sobre el papel que jugamos les investigadores en el ámbito académico, los enlaces que construimos con otras disciplinas, las disputas lingüísticas que enfrentamos diariamente la comunidad académica —vista como colectividad que se rige bajo sus propias dinámicas sociales, hábitos, cultura de la comunicación y códigos lingüísticos— y las inquietudes que surgen a partir de la paliación de las voces de les investigadores, mismas que desembocan en una lucha por reivindicar lo que yo digo, lo que nosotres decimos, aquello que nos pasa.  Argumentaré que la labor de le investigadore, desde sus objetivos hasta sus alcances, no está desapegada de su corpus de vivencias. Esto nos conduce a orientar la mirada hacia el yo —nosotres— y la otredad, la construcción colectiva del conocimiento y la experiencia que no siempre se devela en el tejido textual de los documentos que se elaboran como parte del ejercicio de investigación. Así pues, pretendo situarme en la narración como investigador educativo que se adentra en procesos de transformación inacabada de conocimiento, que reconoce la influencia que ejerce su identidad en su labor indagadora y la vinculación con otres profesionales; y, como persona que se sitúa en una red de relaciones intra e intersubjetivas que constituyen su devenir.