El trabajo de cuidar a la población adulta mayor se ha considerado como un asunto exclusivo de las familias y, al interior de ellas, de las mujeres. Dicha exclusividad deviene de una serie de factores, uno de ellos es la poca o nula corresponsabilidad del Estado-mercado-comunidad para generar mecanismos que favorezcan la construcción de sociedades que coloquen el cuidado al centro; otro factor sobreviene con la división sexual del trabajo y el imaginario social de que las mujeres poseen mayor capacidad que los hombres para aspectos como preparar la comida, limpiar la casa, escuchar, proporcionar amor y brindar atención. Sin embargo, desde una mirada interseccional se vislumbra que las mujeres que otorgan estos cuidados (básicos, intensos, extensos y/o especializados) no son un grupo homogéneo y sobre ellas también recaen importantes dimensiones de la opresión, por ejemplo, la edad avanzada que las coloca en condiciones de mayor vulnerabilidad; por tanto, el sistema de cuidados que construyen las familias debe pensarse bajo una perspectiva de género y vejez, ya que estos escenarios se recrudecen cuando pensamos en ¿quién cuida hoy?, pues la demanda de estas mujeres mayores al interior de los hogares (como esposas, hijas, nueras, etc.) ha aumentado considerablemente ante la incorporación de mujeres jóvenes/adultas en el mundo de lo público-remunerado y ante los cambios demográficos que originan un mayor número de población que requiere atención.  En este sentido, el trabajo de investigación que presentamos gira en torno a visibilizar las diversas historias de mujeres adultas mayores que estuvieron a cargo de los cuidados de familiares adultos/as mayores en situación de dependencia alta, y cómo este trabajo impactó en su envejecimiento, vejez y vida misma. Lo anterior posibilita la construcción de narrativas, entreviendo obstáculos, retos, oportunidades, satisfacciones y expectativas de quienes mientras sumaban años, dedicaban su vida a sostener a otros/as.

Palabras clave: cuidados, vejez, género.