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La literatura de filosofía latinoamericana y de filosofía latinx es abundante sobre cómo los inmigrantes han luchado por sus derechos una vez que se establecieron en sus nuevos lugares. Sin embargo, creo que es necesario profundizar en las cuestiones de si los solicitantes de asilo se politizan o no mientras están en tránsito y, si lo hacen, ¿deberían ser considerados actores políticos activos legítimos? En este capítulo, argumentaré que las respuestas a ambas preguntas son positivas.El actual sistema capitalista moderno ha creado una población nula, cuyas vidas están disponibles para los países metropolitanos. Sin embargo, para mantener una buena imagen de países humanitarios y de la modernidad capitalista como único camino para alcanzar el bienestar de las sociedades, ofrecen refugio a algunas de las personas que migran al Norte. Los solicitantes de asilo son divididos por las potencias coloniales en el migrante “bueno” y el “malo”, donde el primero es obediente y el segundo es el que toma conciencia de que sus pésimas condiciones de vida no se deben a un fracaso personal, sino que son consecuencia de un sistema mundial basado en la clasificación de las personas por clase, raza, género y sexualidad diseñado para favorecer a los poderosos y mantener a otras personas oprimidas. Cuando toman conciencia de su humanidad y reclaman su dignidad, comienzan a exigir sus derechos. Argumento entonces que cuando hacen ese movimiento, pasan de ser personas pasivas en desgracia a agentes políticos activos.