Resumen

El reconocer que los procesos migratorios constituyen la identidad de las personas, es entender que el problema implica aspectos culturales, históricos y sociales. La relación entre la identidad y la migración, únicamente como este concepto, suele ser un tanto compleja y multifacética. Los migrantes pueden estar expuestos a cambios en su propia identidad conforme el paso de su vida se va adaptando, y entonces surge un “mudamiento” de identidad, el migrante al trasladarse a otro lugar no pierde la identidad que permanecía en él antes de su desplazo, sino que se mudo, al mismo tiempo que se adapta para una nueva identidad que estará sujeta a el nuevo lugar. Trasladarse a un lugar nuevo implica adoptar nuevas tradiciones, costumbres, idiomas y formas de vivencia.

Al migrar a otro país obliga al migrante a adaptarse al lugar de destino, la adaptación se presenta como la adquisición de identidad cultural y social. Viendo que el migrante se ve en la obligación de negociar su identidad entre la cultura de origen y la cultura nueva, creando una identidad híbrida.

Una de las consecuencias que esto podría generar en el individuo es que no exista una adaptación total del mismo en el lugar de destino, creando conflictos en sociedad, y teniendo un estigma de la cultura receptora. Y en muchas ocasiones esto provoca la deserción de su propia identidad, y el retorno a su lugar de origen.

Se pretende explorar la compleja relación entre la identidad y la migración, destacando cómo los procesos migratorios pueden influir en la identidad de las personas a través de cambios culturales, históricos y sociales, principalmente sobre la religión y resaltar la experiencia migratoria con respecto a la religión y sus desafíos en su proceso de adaptación cultural.

La metodología a utilizar es de corte cualitativo, haciendo énfasis en el método etnográfico, historia oral con guiones de entrevista y conversaciones espontáneas.

Palabras clave: Identidades, identidad colectiva, cultura, sociología, religión, migración