Por defecto: 

El cuidado es una responsabilidad que requiere de dedicación y tiempo. En la sociedad contemporánea, esta actividad continúa siendo un factor de desigualdad sociocultural, específicamente contra el género femenino, porque se les atribuye como una de sus obligaciones naturales por el hecho de haber nacido hembras. Tal conjunto de actividades se invisibilizan porque, además de toda la energía que involucra, ellas no reciben un pago por contribuir en el bienestar y sostenibilidad de lo que se llama hogar y que, a nivel global se estima en 12 500 millones de horas diarias gastadas en el cuidado (Oxfam, s.f.). Y esas horas se incrementan cuando las mujeres que se dedican al cuidado también deben trabajar en el espacio público, con lo cual en algunos casos se pueden realizar hasta triples jornadas (Serrato, 2020). Entonces, qué representa para las madres trabajadoras el ejercer esa doble función y cuáles son las afectaciones al autocuidado que implica atender dobles jornadas laborales. Por ello, se realizó un trabajo de tipo cualitativo basado en las representaciones sociales donde se entrevistó a cinco mujeres que laboran en una empresa comercializadora en Villahermosa, Tabasco. Ellas se seleccionaron a partir de la técnica bola de nieve y debieron responder a tres aspectos: ser madres, proveedoras únicas en su hogar y edad entre los 25 y 40 años.  Se encontró que es común cubrir horarios de más de ocho horas diarias, que además es rotativo por el giro de la empresa y que están dispuestas a descuidar su salud física, mental y social por la obligación de obtener los recursos suficientes para la manutención de su familia. Ello ha implicado que sufran de estrés y cansancio y otras afectaciones en su corporalidad.